NEREA EN EL 2000 Y POCOS.

Nerea se empezó a fijar en que iban apareciendo compañeras suyas de su edad que fumaban, ya no solo las “chicas malas” que hasta entonces habían sido las únicas fumadoras de su edad, ahora descubría que chicas que no respondían a ese perfil habían empezado a fumar y ese fenómeno le resultaba fascinante por su propio interés por el tabaco ¡Chicas de su edad que fumaban! ¡Sorprendente! ¿Qué sentían? ¿Cómo era para ellas el fumar?

Muchas de estas nuevas fumadoras eran del tipo de chicas que se podría llamar pijas, chicas superficiales cuyo máximo interés era situarse bien en una jerarquía de alumnos decidida por ellas mismas, decidiendo quien era guay y quien no y empeñadas sin descanso en un juego de conspiraciones sociales. Para estas chicas fumar era una demostración de que eran gente de mundo y chicas desenvueltas. Nerea no tenía muchas ganas de relacionarse con ese tipo de chicas porque el trato con ellas era muy poco natural y fluido, siempre parecían estar compitiendo y tratando de quedar por encima de las demás, por lo que sabía que tratar de relacionarse con ellas traía más molestias que satisfacciones.

Pero aparte de las “fumadoras pijas” Nerea vio que aparecían algunas otras nuevas fumadoras que tampoco respondían al patrón de “chicas malas” y que solían no ser tan gregarias como las “pijitas” y las “malotas”. Empezó a buscar el trato con alguna de esas fumadoras tratando de satisfacer su curiosidad por como era ser fumadora para esas chicas y porque fumar le parecía algo muy vistoso y atractivo. Por eso Nerea buscó la amistad de fumadoras, aunque manteniéndolas como amigas secundarias y siguiendo con sus amigas habituales como amigas más cercanas.

Una tarde Nerea salió de clase algo más tarde por quedarse fotocopiando unos apuntes. Al salir del colegio se metió por el parque cercano y vio sentada sola en un banco a Pastora, una compañera con la que coincidía en las clases optativas de francés y con la que alguna vez charlaba porque en clase de francés no coincidía con ninguna amiga y Pastora le parecía una chica simpática en una situación parecida a la suya. Pastora es una chica menuda, de estatura similar a la de Nerea, de pelo liso y rubio, de color miel. Era miembro de una pequeña asociación ecologista local de la que también eran miembros las que por entonces eran sus amigas más cercanas, Lorena y Evelyn. Viste con un aire algo hippie y alternativo y es una chica serena. Al verla en el parque Nerea se fijó sorprendida en que estaba fumando, algo que no le pegaba nada en Pastora. Mientras fumaba, Pastora ojeaba un libro con poca atención, levantando cada poco tiempo la vista para echar un vistazo alrededor Se notaba que solo miraba el libro para entretenerse mientras se fumaba el cigarrillo, a falta de compañía. Nerea se acercó a saludarla.

-Hola Pastora ¿Qué tal? -Ah, hola Nerea. Bien- le contestó Pastora, alegrándose de tener compañía- ¿Y tu? -También bien ¿Qué lees? -“Memorias de Adriano”, está bastante bien pero en el parque no me concentro para leer- dijo cerrando el libro- ¿El de filosofía ya os puso el examen a los de la D? -Aun no- contestó Nerea, viendo que Pastora tenía ganas de conversación- No se si exigirá mucho. -No se, de momento no se ha portado muy mal pero dicen que otros años solía dar caña- dijo acercándose el cigarrillo a los labios. Dio una chupada y después soltó un apretado chorro de humo. -No sabía que fumaras. -Ah, es solo una tontería- dijo Pastora con una sonrisa un poco avergonzada- Es que este verano en casa de mis abuelos paternos solía andar con mis primas, que fuman, y me pareció que por fumar cuando andábamos por ahí mientras estaba de vacaciones con ellas no iba a pasar nada, pero después no pude parar. Es una tontería.

A Nerea le dio la impresión de que Pastora no quería que pensara que fumaba por darse importancia.

-¿Y antes de este verano nunca habías fumado?– preguntó Nerea curiosa. -Lo había probado y me había gustado, pero había decidido no fumar porque, ya sabes, fumar no es muy sano- dijo justo antes de dar otra calada.

Pastora se sintió algo incómoda por las preguntas de Nerea sobre el tabaco porque su reciente adicción era un accidente que le daba cierto pudor. Pero se le ocurrió que quizá lo que pasaba es que Nerea fumaba y quería un cigarrillo. Echó mano a su macuto buscando su cajetilla y le preguntó:

-Perdona, no te he ofrecido ¿Fumas? -Uh, no. No fumo- rehusó Nerea mientras Pastora dejaba de nuevo el paquete dentro del macuto, algo contrariada pensando que si Nerea no le preguntaba sobre el tabaco porque ella misma fumaba, quizá fuera porque lo desaprobaba y que ahora podía hacer algún comentario en contra. Nerea intuyó que Pastora podía estarse sintiendo criticada y trató de disipar esa sensación. -Pero no tengo nada contra los fumadores, si a alguien le gusta fumar por mi estupendo. Yo también lo probé alguna vez

Pastora sonrió relajada y dio otra calada.

-¿Y no te gustó? –le preguntó a Nerea. Bueno, no está mal- contestó con una sonrisa cómplice- pero paso. -Haces bien, antes de que te des cuenta ya no puedes pasar sin tabaco, no sabes la fuerza que tiene esto, no me veo capaz de dejarlo. -Vaya, debe ser un fastidio- dijo Nerea con expresión solidariamente apesadumbrada- da un poco de miedo ¿no? -Si, estar enganchada es una faena, nunca pensé que fuera a caer, nunca pensé que esto fuera conmigo, pero bueno, la verdad es que me gusta fumar así que tampoco me debo quejar mucho. Y bueno, hay mucha gente que fuma ¿no?

Nerea asintió. Pasaron a otros temas de conversación y Pastora acabó su cigarrillo.

La siguiente vez que coincidieron en clase de francés tras aquel encuentro en el parque, ya charlaron con más confianza y también empezaron a juntarse a hablar en los pasillos y en el patio, conociendo a sus respectivas amigas. Además a Nerea le gustaba acompañarla cuando Pastora iba a alguna parte a fumar y si se encontraba con ella al salir de clase se iba con ella a algún lugar un poco discreto.

-Mis padres no saben nada de que fumo- le explicó a Nerea- Este verano, en una fiesta que mis primas daban en casa, mis madre y una tía se asomaron a vigilar y me vieron con un pitillo en la mano, pero como la fiesta se había desmadrado un poco, todo el mundo estaba fumando y había alguna persona un poco borracha, mis padres pensaron que el pitillo era algo puntual por el ambiente que se había montado y que por lo menos yo no había bebido. Me riñeron un poco por lo del pitillo pero el asunto quedó tapado por la bronca que nos echaron por la fiesta, que se suponía que era una simple merendola.

En el instituto de Nerea era obligatorio comer en el centro, para no extender los horarios con el tiempo gastado por los alumnos en ir y volver a casa para comer. Pastora fumaba poco y fumar en los servicios no le resultaba muy atractivo, pero a veces después de comer sentía deseos de fumar y echaba un cigarrillo rápido en los baños. Así un día tras la comida, Nerea fue con su amiga Sandra a los servicios a hacer sus necesidades y, según entraron, vieron que justo se estaban lavando las manos Pastora, Evelyn y Lorena. Pastora sacó un paquete de tabaco y extrajo un cigarrillo.

-¿Pero cuando vas a dejar eso?– le dijo Lorena bajito para que no la oyeran dos chicas que estaban fumando en la esquina contraria. -Vaya ecologista estás hecha, ja ja- bromeó Evelyn. -Venga, no seáis plastas- protestó Pastora antes de encenderse el cigarrillo. -Bueno- dijo Evelyn- vamos saliendo al patio, no tardes.

Lorena y Evelyn se fueron de los servicios y Nerea y X entraron en sendos retretes. Cuando Nerea salió del retrete Pastora seguía allí fumando sola, sin hablar con las otras dos fumadoras que eran chicas en otra onda. Nerea y X se quedaron a hacerle compañía en los humeantes baños mientras fumaba con cierta prisa el cigarrillo.

-Lorena y Evelyn son muy antitabaco- comentó Pastora explicando la marcha de sus amigas e implícitamente agradeciendo su compañía.

Sandra pensó que Lorena y Evelyn tenían razón en mostrarse contrarias a que su amiga fumara, pero prescindió de hacer ningún comentario porque no creía que fuera a conseguir nada positivo con ello y porque le parecía que estaba bien no dejar a Pastora sola.

-La verdad es que fumar siendo ecologista no tiene mucha lógica- bromeó Pastora sonriendo. -Vas contra los humos industriales y llevas tu propia contaminación encima, ja ja – le picó Nerea. -Tampoco es exactamente lo mismo, supongo- dijo Sandra sorprendiéndose a si misma defendiendo compasivamente a Pastora. -Si, estos humos están mucho más ricos- rió Pastora haciendo que Sandra sacudiera la cabeza en un gesto de resignada y benévola desaprobación.