Parte 1: El primer trabajo de Almudena.

La familia de Almudena solía andar algo justa de dinero, por eso Almudena, con dieciseis años, tenía ganas de ganar algo de dinero, con algún trabajito de pocas horas que pudiera compatibilizar con sus estudios. Sentía remordimientos cuando tenía que pedir dinero a sus padres para ropa, libros y otros gastos, a pesar de que en realidad tampoco eran tantos gastos porque Almudena era una chica formal, austera y centrada en los estudios, una chica responsable que no asumía el modo de vida consumista e impulsivo que la publicidad predica a los adolescentes. Por eso cuando tras acabar el curso Galia, una conocida de sus padres supo de su disposición a trabajar y le ofreció un contrato a tiempo parcial para cubrir los meses de verano durante las vacaciones de su dependienta habitual y alguna semana más, para que Galia y su marido pudieran coger alternativamente algunos días libres, Almudena aceptó encantada.

El negocio era un estanco. Galia le explicó que precisamente era el día de más movimiento.

-Es una lata abrir los sábados por la tarde pero precisamente es cuando se vende más. Entre que la mayoría de los estancos están cerrados, que la gente no quiere quedarse sin tabaco el domingo y los que compran para salir por la noche, son tardes muy movidas.

-Son muchísimas marcas- comentó Almudena algo impresionada viendo las estanterías del estanco- parece difícil acordarse de donde está cada cosa.

-No te preocupes, hay unas pocas marcas que fuma la mayoría de la gente y pronto sabrás donde están. Como los que piden marcas raras son pocos no importa tanto tardar un poco en buscarlas, vete echando un vistazo a las estanterías... Mmm ¿Tu fumas?

-No- respondió Almudena escuetamente.

-A mi me lo puedes decir- le explicó Galía con un significativo movimiento de la mano mostrando su estanco- y no se lo voy a decir a nadie.

-No, es que no fumo.

-Haces bien.

Era cierto, Almudena no fumaba. En realidad ni lo había probado, sus padres no fumaban y tampoco sus amigas cercanas, por lo que su contacto con el fenómeno del tabaco era escaso. Las marcas de tabaco que conocía eran más que nada las que había visto empezar a fumar a algunos compañeros de colegio. Ni siquiera tenía muy claro porque había cajetillas de la misma marca pero de distintos colores.

Empezó a trabajar y la mayor dificultad que encontró fue, más que la variedad del producto, el trato con toda clase de público, toda una prueba para una adolescente media, y los momentos en que se sentía apurada por acumularse los clientes esperando su turno.

-No te preocupes por eso- le recomendó Galia al final de la primera tarde, ya con la persiana medio bajada- si hay mucha gente no hay más remedio que los clientes esperen su turno, no se gana nada poniéndose nerviosa, en momentos de más gente simplemente mantente en actividad pero sin acelerarte. Si alguien pone cara de impaciencia no hagas el menor caso.

En las siguientes jornadas de trabajo Almudena pronto dominó la situación de las marcas de cigarrillos, picadura e incluso de los puros. Tal y como le había adelantado Galia, la mayoría de la gente consumía unas pocas marcas de cigarrillos o de tabaco de liar, pero había una minoría que pedían cigarrillos o picaduras menos habituales y puros. Almudena vio que entre los clientes había gran cantidad de fumadores bastante dañados por el tabaco, los que compraban más cantidad, entre los que era habitual la piel grisacea, los ojos hinchados, los dientes manchados y toses grimosas. Luego había otros fumadores que hacían compras más moderadas e infrecuentes que tenían mejor aspecto y que a Almudena le daba la sensación de que eran personas con más vitalidad y más alegres.

La gran mayoría de los compradores tenían muy claro lo que querían comprar, pero en alguna ocasión alguien le hacía alguna consulta sobre si tal marca o tal otra era más suave o si tenía más o menos calidad o incluso que cual marca era más “natural”. Aquellas consultas suponían un pequeño apuro para Almudena, por su sentido de la responsabilidad le avergonzaba no poder responder adecuadamente las consultas de los clientes. Tratando de cubrir esa carencia se esforzó en aprender los niveles de nicotina y alquitrán de cada marca, preguntaba a Galia e incluso buscó alguna información en internet sobre aditivos y composiciones de los cigarrillos, pero muchas veces no tenía más remedio de responder a las consultas diciendo que lo sentía pero que no sabía lo que le preguntaran, que ella no fumaba. Tras el verano, al empezar de nuevo las clases siguó trabajando los sábados en el estanco, cuando la dependienta habitual libraba, que precisamente era el día de más movimiento.

Almudena tenía el proyecto de intentar participar en la “Ruta Viracocha”, un proyecto educativo en el que se llevaba a un grupo de jóvenes de diferentes países de viaje de estudios por varios países iberoamericanos para experimentar la herencia cultural común de los países hispánicos. Conocía a una chica tres años mayor que ella que había participado y que habiendo quedado muy satisfecha le recomendaba que también participara. Para participar había que presentar un trabajo ensayístico o artístico sobre algún tema ligado a la historia de América latina y que este resultase clasificado entre los mejores. Pero no le resultaba fácil dar con un tema interesante y que no hubiera sido ya muy tratado por anteriores participantes en la Ruta Viracocha. Un día comentó ese pequeño problema con Galia.

-Y si hicieras ese trabajo sobre el tabaco- le sugirió Galia un rato más tarde.

-¿Que trabajo?

-El de la Ruta Viracocha. El tabaco viene de América, era una costumbre de los indios que imitaron los españoles y llevaron al resto del mundo. Se creó toda una cultura del tabaco. Claro que a lo mejor no es un tema válido por toda esa manía anti tabaco.

Almudena le dio algunas vueltas a la idea. Viendo los símbolos y diseños de las cajas de puros ya sospechaba que debía de haber toda una historia del tabaco. Le gustaban aquellos bonitos dibujos antiguos de las cajas de puros. Además los mejores puros venían de América, de Cuba y también de otros países, por lo que toda aquella tradición estaba muy relacionada con Latinoamérica, y eso sin hablar del tabaco rubio estadounidense, aunque Almudena sospechaba que no encajarían tan bien en el tema. Finalmente Almudena decidió que era buena idea hacer su trabajo de aspirante a la Ruta Viracocha sobre la historia del tabaco, un tema algo arriesgado, porque podrían pensar que no era adecuado para una especie de trabajo escolar, pero que por ser algo distinto también podía darle más puntos.

Empezó a juntar y estudiar bibliografía y todo tipo de información sobre la historia del tabaco en América y en España, información en la que se hablaba más de puros que de cigarrillos, tabaco de pipa o rapé. Durante semanas fue adentrándose en el conocimiento de un mundo que había empezado a conocer en el estanco.

Un sábado al mediodía, ya cerrando el estanco, Almudena comentaba con Galia algunos detalles curiosas que había conocido preparando su trabajo sobre el tabaco. Dejó el tema y se quedó pensativa mientras Galia cerraba el ordenador.

-Debería probar el tabaco- dijo finalmente interrumpiendo su reflexión, para sorpresa de Galia.

-¿Como?

-Creo que es bastante raro vender algo que no se conoce, nunca he probado a fumar.

-Oh, no te preocupes, hay muchos estanqueros que no fuman y no les hace ninguna falta ¿Nunca has fumado un pitillo?

-No. Así que no se que es lo que tiene el fumar.

-Bueno, fumar no es gran cosa, en realidad ni sabe bien pero se fuman unos cuantos pitillos y ya te aparecen las ganas de fumar- explicó Galia, que era una fumadora muy moderada- El vicio consiste en eso. Luego están los puros claro.

-¿Fumar puros es distinto?

-Yo no soy una experta, lo mío son los cigarrillos, los puros me parecen...excesivos, pero los fumadores de puros dicen que son otra cosa, más interesantes que los cigarrillos.

-Por lo que he leído debe ser cierto.

-Me parece que de tanto leer sobre tabaco te ha dado curiosidad.

Dejaron el tema. Galia estaba un poco incómoda, para ella nada hubiera sido más fácil que invitar a Almudena a su primer cigarrillo, en el fondo pensaba que el que una chica de dieciséis fumara un cigarrillo, o incluso que empezara a fumar, era de lo más normal, pero conociendo a los padres de Almudena le pareció que quedaría fatal si a resultas de trabajar con ella Almudena saliera convertida en fumadora.

CW: smoking fetish, capnolagnia.

Este relato no pretende ser una apología del tabaquismo ni una negación de sus indudables efectos tóxicos y adictivos, ni del lógico derecho a disfrutar de ambientes libres de humo. La única intención de este cuento es lúdica, es un relato que juega con la #capnolagnia, el fetichismo del tabaco (#smokingfetish) o fetichismo de #fumadoras, y sus descripciones de la experiencia tabaquista y sus consecuencias no son necesariamente realistas.

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