Parte 4: Fiesta de fin de curso con Rebeca, Nissa y la fumadora Íngrid.

Las amigas de Almudena la avisaron de la fiesta de fin de curso que los compañeros del instituto habían organizado en una discoteca. Como ya habréis visto, entre sus estudios y su trabajo complementario Almudena tenía una agenda muy completa incompatible con una intensa vida social, de manera que Almudena, a sus diecisiete años, tenía poca experiencia en salir por la noche. Sin embargo era una ocasión especial y sus amigas de la pandilla estaban ilusionadísimas con el evento, por lo que Almudena no podía faltar.

La fiesta fue muy alegre, con la facilidad de ser todos conocidos, compañeros de colegio. La fiesta pronto se desdobló en dos nucleos, uno detro de la discoteca y otro fuera, en forma de mini-botellón, entre los cuales la gente circulaba constantemente. Almudena salió con sus amigas Nissa y Rebeca a la fiesta de afuera, a ver quien estaba por allí. Se sorprendió de ver a alguno de sus compañeros ya borracho y a alguna de sus compañeras con una claramente perceptible euforia etílica (otra en cambio, también algo colorada, estaba sentada en un bordillo lloriqueando bajo los cuidados de dos amigas con gesto dramático y solidario), nunca había visto a sus compañeros en esa situación. También le sorprendió ver a bastante gente fumando, no solo a la gente que habitualmente fumaba a las puertas del instituto.

Departieron con unas y con otros alegremente. Ver fumando como si tal cosa a compañeros de los que ni había sospechado esa inclinación, le hizo recordar sus puros. “Ahora estaría encantada de poder fumar un puro”, pensó fugazmente.

Volvieron a entrar en la disco, bailaron y como una hora después volvieron a salir, por si fuera se estaban perdiendo algo. Se les acercó Ingrid, otra compañera medio amiga de ellas, traía una shandy en una mano y le asomaba de un bolsillo una cajetilla de tabaco.

-¡Que hay chicas!– las saludó calurosamente- aun no nos habíamos visto- dijo abrazándolas alegremente- Allá tienen un poco de alcohol ¿No os apetece tomar algo? -Mmm, no se- dudó Nissa. -Estas shandys son suavitas, son como una clara ¿os animáis? -Bueno, asintió Rebeca por todas.

Las tres amigas abrieron sus botellines y sorbieron cautelosamente la clara embotellada. Preguntadas por Ingrid confesaron que estaban buenas. Ingrid abrió su cajetilla, sacó un cigarrillo y se lo encendió con gesto algo amateur.

-No me riñáis chicas- les dijo Ingrid ante sus miradas entre sorprendidas y reprobadoras, tras echar un chorro de humo.

Almudena se preguntó como de parecido sería un cigarrillo a un puro, sabía que eran más adictivos y más simples que los puros pero, por consejo de Vicente y Gladia no había incluido los cigarrillos en sus experimentos con el tabaco. Le dio un poco de envidia ver a Ingrid echando humo.

-¿Me das uno?– le dijo finalmente a Ingrid. -¿Un pitillo? Claro

Si Nissa y Rebeca se habían sorprendido de ver a Ingrid fumando, más se sorprendieron al ver a Almudena coger uno de los cigarrillos que Ingrid le tendía.

-Almudena, me dejas flipada- confesó Rebeca. -Es solo por probar, chicas.

Ingrid le dio fuego y Almudena expulsó una nube de humo. Ingrid ofreció tabaco a Nissa y Rebeca y estas rechazaron la invitación. Almudena saboreó el humo, lo encontró menos áspero que el de los puros pero también con un sabor menos intenso y más químico que le hizo pensar en cartón y aromatizantes.

Se unieron de nuevo a ellas Ricardo, Joaquín y Óliver, amigos de su pandilla. Se les pusieron los ojos como platos al ver a su serena y ordenada amiga Almudena sosteniendo un cigarrillo airosamente, jamás se les hubiera ocurrido. Almudena los saludó con una sonrisa divertida y culpable.

“¡Oh no, Almudena no!”, pensó Joaquín, tratando de mantener una diplomática sonrisa. “Que no resulte ser otra bobita superficial”

“¡Ay Dios, está fantástica, creo que me va a dar algo!”, pensó Ricardo, que tenía debilidad por las fumadoras. Sintió como le sobrevenía una rápida erección y se giró, haciendo como que contemplaba ociosamente el panorama de la fiesta, para que no le vieran colocarse discretamente el pene en una posición menos incómoda y más disimulada. Tras la operación se giró de nuevo hacia las chicas. A sus ojos, con el cigarrillo en ristre, Almudena parecía otra, más mujer, más intensa, mucho más sensual. Su tierna amiga se había convertido de repente en una pin-up por la misteriosa influencia del tabaco. La vió llevarse el cigarrillo a sus frescos labios, que se sellaron alrededor del filtro, y expeler un algodonoso chorro de humo. Ricardo se esforzó en apartar la mirada, temiendo parecer raro.

-¿No tragas el humo?– le dijo Ingrid a Almudena por lo bajinis. -No, es que hasta ahora solo había fumado puros, que no se inhala su humo. -¿Puros?– se extrañó Ingrid manteniendo la conversación en un tono que solo ellas dos podían oir.

Almudena asintió. Ingrid no supo si estaba de broma o no.

-Yo tampoco aspiro mucho el humo, pero si quieres probar, coge un poquito de humo en la boca y después aspira aire.

Almudena probó a hacerlo así. Sintió un intenso cosquilleo en el gaznate y a duras penas consiguió no toser.

-Échalo despacio- le susurró Ingrid.

Así lo hizo, el fino cono de aliento exhalado se hizo visible, mezclado con el humo de tabaco, mientras Almudena sintió una suave ola de vértigo en su cabeza y espina dorsal.

-¿Que tal?

-Creo que bien- dudó Almudena.

Almudena siguió fumando el cigarrillo, ante bastantes miradas sorprendidas, alternando caladas simples con alguna calada tragando el humo, experimentando con esa otra manera de fumar. En una de esas no pudo evitar toser un poco. Acabó el cigarrillo, charlaron un poco más con unos y otros y volvieron a dentro a bailar. Almudena sintió en su boca el sabor residual del cigarrillo y le pareció bastante malo, le recordaba al olor de los ceniceros. “El sabor que dejan los puros no es así”, pensó.

CW: smoking fetish, capnolagnia.

Este relato no pretende ser una apología del tabaquismo ni una negación de sus indudables efectos tóxicos y adictivos, ni del lógico derecho a disfrutar de ambientes libres de humo. La única intención de este cuento es lúdica, es un relato que juega con la #capnolagnia, el fetichismo del tabaco (#smokingfetish) o fetichismo de #fumadoras, y sus descripciones de la experiencia tabaquista y sus consecuencias no son necesariamente realistas.

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