Capnolagnia

Escritos y ocurrencias sobre fetichismo de fumadoras. Palabras clave: #fetichismo #fumadoras #smokingfetish #rauchenfetisch #fumatrice #fumeuse

Nerea se empezó a fijar en que iban apareciendo compañeras suyas de su edad que fumaban, ya no solo las “chicas malas” que hasta entonces habían sido las únicas fumadoras de su edad, ahora descubría que chicas que no respondían a ese perfil habían empezado a fumar y ese fenómeno le resultaba fascinante por su propio interés por el tabaco ¡Chicas de su edad que fumaban! ¡Sorprendente! ¿Qué sentían? ¿Cómo era para ellas el fumar?

Muchas de estas nuevas fumadoras eran del tipo de chicas que se podría llamar pijas, chicas superficiales cuyo máximo interés era situarse bien en una jerarquía de alumnos decidida por ellas mismas, decidiendo quien era guay y quien no y empeñadas sin descanso en un juego de conspiraciones sociales. Para estas chicas fumar era una demostración de que eran gente de mundo y chicas desenvueltas. Nerea no tenía muchas ganas de relacionarse con ese tipo de chicas porque el trato con ellas era muy poco natural y fluido, siempre parecían estar compitiendo y tratando de quedar por encima de las demás, por lo que sabía que tratar de relacionarse con ellas traía más molestias que satisfacciones.

Pero aparte de las “fumadoras pijas” Nerea vio que aparecían algunas otras nuevas fumadoras que tampoco respondían al patrón de “chicas malas” y que solían no ser tan gregarias como las “pijitas” y las “malotas”. Empezó a buscar el trato con alguna de esas fumadoras tratando de satisfacer su curiosidad por como era ser fumadora para esas chicas y porque fumar le parecía algo muy vistoso y atractivo. Por eso Nerea buscó la amistad de fumadoras, aunque manteniéndolas como amigas secundarias y siguiendo con sus amigas habituales como amigas más cercanas.

Una tarde Nerea salió de clase algo más tarde por quedarse fotocopiando unos apuntes. Al salir del colegio se metió por el parque cercano y vio sentada sola en un banco a Pastora, una compañera con la que coincidía en las clases optativas de francés y con la que alguna vez charlaba porque en clase de francés no coincidía con ninguna amiga y Pastora le parecía una chica simpática en una situación parecida a la suya. Pastora es una chica menuda, de estatura similar a la de Nerea, de pelo liso y rubio, de color miel. Era miembro de una pequeña asociación ecologista local de la que también eran miembros las que por entonces eran sus amigas más cercanas, Lorena y Evelyn. Viste con un aire algo hippie y alternativo y es una chica serena. Al verla en el parque Nerea se fijó sorprendida en que estaba fumando, algo que no le pegaba nada en Pastora. Mientras fumaba, Pastora ojeaba un libro con poca atención, levantando cada poco tiempo la vista para echar un vistazo alrededor Se notaba que solo miraba el libro para entretenerse mientras se fumaba el cigarrillo, a falta de compañía. Nerea se acercó a saludarla.

-Hola Pastora ¿Qué tal? -Ah, hola Nerea. Bien- le contestó Pastora, alegrándose de tener compañía- ¿Y tu? -También bien ¿Qué lees? -“Memorias de Adriano”, está bastante bien pero en el parque no me concentro para leer- dijo cerrando el libro- ¿El de filosofía ya os puso el examen a los de la D? -Aun no- contestó Nerea, viendo que Pastora tenía ganas de conversación- No se si exigirá mucho. -No se, de momento no se ha portado muy mal pero dicen que otros años solía dar caña- dijo acercándose el cigarrillo a los labios. Dio una chupada y después soltó un apretado chorro de humo. -No sabía que fumaras. -Ah, es solo una tontería- dijo Pastora con una sonrisa un poco avergonzada- Es que este verano en casa de mis abuelos paternos solía andar con mis primas, que fuman, y me pareció que por fumar cuando andábamos por ahí mientras estaba de vacaciones con ellas no iba a pasar nada, pero después no pude parar. Es una tontería.

A Nerea le dio la impresión de que Pastora no quería que pensara que fumaba por darse importancia.

-¿Y antes de este verano nunca habías fumado?– preguntó Nerea curiosa. -Lo había probado y me había gustado, pero había decidido no fumar porque, ya sabes, fumar no es muy sano- dijo justo antes de dar otra calada.

Pastora se sintió algo incómoda por las preguntas de Nerea sobre el tabaco porque su reciente adicción era un accidente que le daba cierto pudor. Pero se le ocurrió que quizá lo que pasaba es que Nerea fumaba y quería un cigarrillo. Echó mano a su macuto buscando su cajetilla y le preguntó:

-Perdona, no te he ofrecido ¿Fumas? -Uh, no. No fumo- rehusó Nerea mientras Pastora dejaba de nuevo el paquete dentro del macuto, algo contrariada pensando que si Nerea no le preguntaba sobre el tabaco porque ella misma fumaba, quizá fuera porque lo desaprobaba y que ahora podía hacer algún comentario en contra. Nerea intuyó que Pastora podía estarse sintiendo criticada y trató de disipar esa sensación. -Pero no tengo nada contra los fumadores, si a alguien le gusta fumar por mi estupendo. Yo también lo probé alguna vez

Pastora sonrió relajada y dio otra calada.

-¿Y no te gustó? –le preguntó a Nerea. Bueno, no está mal- contestó con una sonrisa cómplice- pero paso. -Haces bien, antes de que te des cuenta ya no puedes pasar sin tabaco, no sabes la fuerza que tiene esto, no me veo capaz de dejarlo. -Vaya, debe ser un fastidio- dijo Nerea con expresión solidariamente apesadumbrada- da un poco de miedo ¿no? -Si, estar enganchada es una faena, nunca pensé que fuera a caer, nunca pensé que esto fuera conmigo, pero bueno, la verdad es que me gusta fumar así que tampoco me debo quejar mucho. Y bueno, hay mucha gente que fuma ¿no?

Nerea asintió. Pasaron a otros temas de conversación y Pastora acabó su cigarrillo.

La siguiente vez que coincidieron en clase de francés tras aquel encuentro en el parque, ya charlaron con más confianza y también empezaron a juntarse a hablar en los pasillos y en el patio, conociendo a sus respectivas amigas. Además a Nerea le gustaba acompañarla cuando Pastora iba a alguna parte a fumar y si se encontraba con ella al salir de clase se iba con ella a algún lugar un poco discreto.

-Mis padres no saben nada de que fumo- le explicó a Nerea- Este verano, en una fiesta que mis primas daban en casa, mis madre y una tía se asomaron a vigilar y me vieron con un pitillo en la mano, pero como la fiesta se había desmadrado un poco, todo el mundo estaba fumando y había alguna persona un poco borracha, mis padres pensaron que el pitillo era algo puntual por el ambiente que se había montado y que por lo menos yo no había bebido. Me riñeron un poco por lo del pitillo pero el asunto quedó tapado por la bronca que nos echaron por la fiesta, que se suponía que era una simple merendola.

En el instituto de Nerea era obligatorio comer en el centro, para no extender los horarios con el tiempo gastado por los alumnos en ir y volver a casa para comer. Pastora fumaba poco y fumar en los servicios no le resultaba muy atractivo, pero a veces después de comer sentía deseos de fumar y echaba un cigarrillo rápido en los baños. Así un día tras la comida, Nerea fue con su amiga Sandra a los servicios a hacer sus necesidades y, según entraron, vieron que justo se estaban lavando las manos Pastora, Evelyn y Lorena. Pastora sacó un paquete de tabaco y extrajo un cigarrillo.

-¿Pero cuando vas a dejar eso?– le dijo Lorena bajito para que no la oyeran dos chicas que estaban fumando en la esquina contraria. -Vaya ecologista estás hecha, ja ja- bromeó Evelyn. -Venga, no seáis plastas- protestó Pastora antes de encenderse el cigarrillo. -Bueno- dijo Evelyn- vamos saliendo al patio, no tardes.

Lorena y Evelyn se fueron de los servicios y Nerea y X entraron en sendos retretes. Cuando Nerea salió del retrete Pastora seguía allí fumando sola, sin hablar con las otras dos fumadoras que eran chicas en otra onda. Nerea y X se quedaron a hacerle compañía en los humeantes baños mientras fumaba con cierta prisa el cigarrillo.

-Lorena y Evelyn son muy antitabaco- comentó Pastora explicando la marcha de sus amigas e implícitamente agradeciendo su compañía.

Sandra pensó que Lorena y Evelyn tenían razón en mostrarse contrarias a que su amiga fumara, pero prescindió de hacer ningún comentario porque no creía que fuera a conseguir nada positivo con ello y porque le parecía que estaba bien no dejar a Pastora sola.

-La verdad es que fumar siendo ecologista no tiene mucha lógica- bromeó Pastora sonriendo. -Vas contra los humos industriales y llevas tu propia contaminación encima, ja ja – le picó Nerea. -Tampoco es exactamente lo mismo, supongo- dijo Sandra sorprendiéndose a si misma defendiendo compasivamente a Pastora. -Si, estos humos están mucho más ricos- rió Pastora haciendo que Sandra sacudiera la cabeza en un gesto de resignada y benévola desaprobación.

En la entrada de la wikipedia sobre capnolagnia, se dice que en las fantasías y ficciones de este fetichismo la #fumadora se describe como una mujer dulce. No estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Si que es un tópico de los relatos de #capnolagnia (véase el amplio catálogo de relatos, en inglés, de http://smokingstories.net) el de la buena chica formal que descubre los placeres del tabaco, entiendo que porque resulta más atractiva la iniciación de una chica buena en un vicio que la convierte en una verdadera adulta (dicho esto desde una perspectiva fetichista) que el que coja el vicio una chica mala en la que este acto no resulta tan significativo. Luego la historia puede variar, puede ser que la buena chica fumadora siga siendo buena, o puede que se convierta en una chica más o menos mala, entendiendo esa conversión como una liberación de un marco restrictivo de normas de comportamiento o como una auténtica corrupción, que no es lo más frecuente en los cuentos fetichistas pero si hay algún relato en que se desarrolla ese tipo de trama.

Pero he de reconocer que si que suele existir cierto artificio en la descripción de las fumadoras en las historias de #fetichismo. En la vida real los fumadores, hombres y mujeres, tienden a ser irascibles. A veces ya tienen tendencia a la ira antes de ser fumadores (la gente problemática, los chicos malos del cole, suelen empezar a fumar), pero es que además la adicción a la nicotina produce irascibilidad cada vez que les baja el nivel de nicotina en sangre, mal humor del que suelen echar la culpa a cualquier persona o situación que se les cruce en ese momento, racionalizando su malestar, en vez de a su síndrome de abstinencia. Además muchos fumadores aprenden a sacar ganancia secundaria a esos momentos de mal humor, la agresividad de esos momentos les suele servir para ir conquistando posiciones de ventaja (conquistando espacios en que se les tolere el molestar fumando o en cuestiones ajenas al tabaco) a poco que las personas que les rodean hagan concesiones para evitar enfrentamientos con el fumador irascible, por lo que esas ganancias secundarias de la conducta mal humorada y agresiva le reafirman esa pauta de conducta.

En las ficciones fetichistas de fumadoras esos ciclos de irascibilidad no se producen, las #fumadoras son agradables, alegres y simpáticas sin que la cíclica caída de sus niveles de nicotina las ponga desagradables, como pasa con las fumadoras reales. Esa es una de las muchas ficciones habituales propias de los relatos de fetichismo de fumadoras que presenta un tabaquismo un tanto idealizado, diferente a como es en realidad.

#smokingfetish #sff #fetichismodefumadoras #rauchen #fumatrice #fumeuses

Hace unos días tuve un avistamiento de una fumadora que impactó fuertemente en mi #fetichismo. Yo caminaba por una calle tras el anochecer, en una tarde de invierno más cálida de lo que correspondería. Vi salir a la chica de no se donde, con un cigarrillo recién encendido. La chica tendría entre 20 y 25 años, delgada, guapa, con pelo negro recogido en una coleta, con un aspecto perfectamente sano y lozano. No se si era simplemente por ser guapa pero parecía buena chica.

Se cobijó bajo el umbral de un portal, cigarrillo y móvil en ristre. Dio una calada a su cigarrillo y exhaló un espectacular chorro de humo, abundante y cohesionado, bien visible bajo la iluminación nocturna, que cruzó el ancho de la acera. Se puso a manejar su móvil para entretener la fumada.

Fumaba de manera desenvuelta, sin una pizca de aprensión o inseguridad, aunque en un momento hizo un gestos como si no quisiera echar el humo a algún caminante. La poderosa exhalación de humo revelaba que era una #fumadora experta, bien enganchada a la nicotina, que manejaba sin problemas inhalaciones abundantes. Por otra parte, lo compacto y homogéneo del cono de humo, revelaba que sus pulmones aun son fuertes y saludables.

A parte de que la chica era guapa y joven, lo bonito de este avistamiento fue que fumaba como una fumadora de otras épocas en las que #fumar era algo que hacían las chicas que molaban y que se consideraba que reforzaba la imagen de independencia y desenvoltura de la mujer que fumaba, por lo que las chicas fumaban con cierto exhibicionismo y muy asertivamente. Esto me recuerda las lamentaciones tan habituales en foros de #smokingfetish sobre que ya no se ven fumadoras como las de antes, como por ejemplo en el interesante blog https://sobrefondonegro.blogspot.com/. Ese tipo de lamentaciones fetichistas suenan un poco a “abuelo cebolleta”, pero creo que tienen parte de razón, porque ha cambiado el significado social del #fumar (en parte se ha perdido la glamurización laboriosamente creada por la industria del cine), lo que afecta a la manera de fumar de las chicas, menos teatral y orgullosa. Además ha cambiado el perfil social y de edad de las fumadoras, pues al principio fumaban sobre todo mujeres jóvenes acomodadas y después vinieron fumadoras de más edad y más proletarias, lo que se carga el prestigio del tabaquismo femenino y la carga simbólica de libertad y empoderamiento que tenía. Recientemente la proliferación de los cigarrillos liados a mano quitan mucha estética al fumar. Por suerte la chica de la coleta seguía fumando por la antigua, como una diva del humo.

Unos días después vi a dos jóvenes #fumadoras muy diferentes, que caminaban fumando hacia un centro comercial. Una era bajita y ancha, estilo Sancho Panza, y en su forma de vestir no había ni un gramo de coquetería. La otra era estilizada, rubia, con un peinado impecable, quizá de peluquería reciente, y un abrigo de aire burgués. Las dos se veían chicas algo inseguras, más la alta, que a pesar de ser guapa tenía un lenguaje corporal inseguro. A pesar de todo se las veía contentas, disfrutando del tiempo libre y la amistad.

Seguramente la mayor diferencia entre la primera fumadora y las otras dos era el estilo desenvuelto, que parecía denotar una mayor seguridad en si misma que puede ser simplemente por carácter o quizá por razones de tipo social. Sin embargo, a pesar de las apariencias, la experiencia de fumar sería igual de satisfactoria para las tres jóvenes. Que a las tres les vaya muy bien en la vida.